miércoles, 28 de junio de 2017
ESTA ES LA CARATULA DEL MES// 06/19/017
Los orígenes de José Gabriel Severino, mejor conocido como «El Jeffrey», están sembrados en barrios de Santiago. Aunque arropado de pobreza y con poca educación, el muchacho logró desarrollar su talento artístico hasta convertirse en el merenguero del 2004.
Sus primeros años de vida transcurrieron en un hogar de carencias económicas. Nació en el barrio La Joya de Santiago, pero vivió los primeros años de su vida en el barrio Los
Salados y fue criado por su hermano y su cuñada, ya que su madre murió poco después de él nacer.
A los cinco años, asegura, ya se preocupaba por la situación de penuria que atravesaba su familia. «Por eso, preferí el trabajo que la escuela, porque lo que quería era ayudar, aportar a
mi familia».
Aunque nunca fue a la escuela, sostiene, tampoco le hizo falta. «Sé que no es un buen ejemplo para los niños decir que no me hizo falta la escuela porque estoy consciente de que
la educación y prepararse es la mejor opción para salir de la pobreza, pero yo soy una persona muy hábil y me alfabeticé solo». Lo hizo solo
«Aprendí a leer y a escribir como a los 11 años sin pisar un aula de la escuela y me di cuenta desde temprana edad que quería ser cantante y sabía que para eso tenía que prepararme, especialmente hablando bien», agrega.
En los años comenzó un camino hacia el progreso. Fue en esa época cuando perteneció al grupo merenguero La Artillería, junto a Nelson Gil y a «la rubita» Jacquelinne. Tras doce años en Nueva York, en el 2004 regresa a República Dominicana, convirtiéndose en un líder del Merengue. Recientemente su popularidad ha sido tan grande que compitió como personaje del año junto al presidente Leonel Fernández y su esposa, la primera dama Margarita Cedeño de Fernández, Félix Sánchez y otras destacadas figuras.
Temeroso de Dios Con un discurso, a veces contradictorio, se confiesa creyente y temeroso de Dios, pero a la vez, nunca deja de usar un par de botas negras y una correa del mismo color, las cuales le dan muy buena suerte, según él. «Cuando no uso este cinturón y mis botas siento que no soy yo, que me falta algo».
Cuando dice «ese algo» se refiere a lo que define como un ser sobrenatural que se apodera de él en tarima. «El Jeffrey es un personaje altanero, muy perfeccionista, que no acepta errores en tarima», asegura.
Confiesa que cuando concluye las fiestas y regresa a los camerinos «vuelvo a ser yo, y entonces, me duele mucho la cabeza». Jeffrey recuerda que tras dejar La Artillería, sus amigos lo abandonaron cuando se tuberculizó por el exceso de trabajo. «Lo perdí todo, y viviendo en Santiago estando muy depresivo una voz del interior me dijo que iba a ser muy grande, que tendría mucho dinero, pero que tenía que cambiar de vida, y así lo hice».
De acuerdo a sus relatos, todo lo que ha sucedido en su vida ha sido para un fin, y por eso asegura que no le extraña el éxito y su pegada en la radio nacional.
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